La correspondencia entre el reloj
biológico y el de las exigencias sociales ha sido, casi desde siempre,
una de las contrariedades más sensibles de la vida cotidiana, una que no
pocos encuentran difícil superar y que se convierte incluso en motivo
de sufrimiento diario.
Despertar temprano, dormir a una hora
adecuada y un periodo específico, trabajar de día, descansar de noche,
etc., son imperativos que no todos podemos seguir y no por mera cuestión
de voluntad o disciplina, sino por razones más profundas que se
relacionan con nuestra naturaleza misma.
En una publicación reciente,
el cronobiólogo alemán Till Roenneberg se detiene en una de estas
supuestas oposiciones entre los patrones de sueño y la actividad diurna,
arguyendo que los primeros poco tienen que ver con las acusaciones de
pereza que en ocasiones se lanzan contra aquellos que “no duermen bien”.
Roenneberg asegura que cada uno de
nosotros pose un “cronotipo” distinto, una regulación temporal interna
definida el llamado “punto medio del sueño” que se calcula dividiendo el
promedio del tiempo que se duerme entre 2 y sumando este resultado al
promedio de descanso en los días libres, es decir, los días en que
dormir y despertar no están regulados por las obligaciones cotidianas.
Así, por ejemplo, si diario duermes a las 11 de la noche y despiertas a
las 7 de la mañana, si agregas cuatro horas a las 11, tendrás que las 3
de la madrugada es tu punto medio del sueño.
Con este concepto, el investigador trazó
la evolución de los ciclos de sueño en la historia, encontrando que si
bien en sociedades agrícolas e industriales del pasado predominaron los
cronotipos matutinos por causa misma de estas actividades, actualmente
sus posibles ventajas se han perdido, aunque dejando los estigmas
sociales que acompañaban a los cronotipos más tardíos. Dice Roenneberg:
Este mito de que
quienes se levantan temprano son buenas personas y que los que se
levantan tarde son perezosos tiene sus razones y sus méritos en
sociedades rurales, pero se vuelve cuestionable en una sociedad
contemporánes de 24/7. La vieja moral prevalece tanto, sin embargo, que
todavía domina nuestras creencias, incluso en la época actual. El
cartero no piensa por un segundo que el joven quizá trabajó hasta la
madrugada porque es un trabajador del turno nocturno o por otras
razones. Él etiqueta a un joven saludable que duerme en el día como
flojo —al igual que a los dormilones. Esta actitud se refleja en el uso
frecuente [en los medios] de la oposición entre “madrugadores” y
“dormilones”. Aunque este par de palabras es nada más que manzanas y
naranjas, porque lo opuesto de “temprano” es “tarde” y “corto” de
“largo”.
Así, con estas transformaciones en los
patrones de sueño personales (en buena medida propiciadas por las
transformaciones mismas de la sociedad) dan pie a Roenneberg para hablar
del “jet lag social”, un concepto en clara alusión al cansancio que se
siente luego del violento cambio de huso horario producto de un viaje
aéreo. En este caso Roenneberg habla de una especie de cansancio crónico
que de alguna manera también se origina en el desfase entre las
exigencias del mundo y los ritmos personales, sobre todo de descanso y
sueño en días laborales y días libres.
Por desgracia estas variables se
conjugan en detrimento de la salud de quienes no pueden adaptarse a la
convención social del tiempo, consecuencias que, dice Roenneberg, apenas
comenzamos a entender en toda su dimensión. Por poner un ejemplo,
asegura el investigador que entre más severo sea el “jet lag social” que
una persona padece, es más probable que esta desarrolle el hábito de
fumar.
El estudio del cronobiólogo es mucho más extenso y toma en cuenta
tanto los factores ambientales como los genéticos que aceitan la
maquinaria de nuestro reloj interno, pero en suma, nos invita a
reflexionar no solo sobre nuestra propia actividad diurna y nocturna y
cómo ponemos esta en relación con nuestras obligaciones sociales, sino
también en los prejuicios que en ocasiones podemos ejercer
—injustificadamente— contra aquellos que pertenecen ya a otros hábitos
que las viejas normas han dejado de regir.[Brainpickings]
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