“Darwin pensaba que los animales y las plantas, más que especies, podían considerarse como hábitos”, Rupert Sheldrake.
Cuando en 1981 Rupert Sheldrake publicó su libro Una Nueva Ciencia de la Vida:  La Hipótesis de la Resonancia Mórfica,
 el editor de la prestigiosa revista Nature, John Maddox, reaccionó 
diciendo que la obra de Sheldrake era una herejía y sugiriendo que tal 
vez su libro debería de ser quemado. Quizás, como le sucedió a Galileo, 
Sheldrake supera el entendimiento de sus coetáneos.
La polémica siempre ha rodeado la obra 
de este vanguardista biólogo, doctor por la Universidad de Cambridge, 
quien lo mismo es considerado un hereje seudocientífico que vende humo 
metafísico, que una de las mentes más brillantes de nuestra época y unos
 de los pocos científicos suficientemente valientes para aventurarse más
 allá de lo que el paradigma científico valida.
Años después del anatema  de la revista 
Nature, que básicamente exilió a Sheldrake a los márgenes de la 
academia, cuando sus teorías ya se habían popularizado, una nueva 
controversia lo enfrentó con uno de los científicos más reconocidos de 
Gran Bretaña y del mundo, Richard Dawkins (autor de la teoría memética 
del gen egoista). Tanto Sheldrake como Dawkins iban a participar en un 
documental de televisión en el que se discutirían temas en las fronteras
 de la ciencia. Al parecer Dawkins se negó a discutir el trabajo de Sheldrake sobre la telepatía,
 descartando de antemano analizar la evidencia recopilada durante años 
por Sheldrake, bajo la premisa de que la mera discusión de este tema es 
irracional.
Sheldrake ha sido ridiculizado por la 
ciencia mainstream por su trabajo estudiando la telepatía entre animales
 y sus dueños, la telepatía telefónica o la preciencia de que alguien 
nos está observando. Pero generalmente estas críticas son más a los 
temas que Sheldrake investiga que a su trabajo científico, el cual no 
carece, ciertamente, de rigor.
Hacemos esta introducción biográfica 
para más o menos establecer un marco equilibrado sobre el cual exponer, 
en las palabras del mismo Sheldrake, la teoría de la resonancia mórfica,
 una posible explicación científica a la interconexión que muchas 
personas personas perciben entre sí, a distancia. Esto no es sólo una 
teoría para explicar la telepatía, sino para explicar la evolución 
conjunta de una especie influida por campos colectivos de información 
que van más allá de su mera genética: ideas, pensamientos y acciones que
 se convierten en hábitos y que van in-formando la memoria que comparte 
una especie y de esta forma interviniendo en su desarrollo. Tenemos aquí
 la evolución científica de los conceptos de campos akáshicos de la 
filosofía védica y del inconsciente colectivo de Carl Jung.
Rupert Sheldrake considera que existen 
campos mórficos –campos morfogenéticos de información que van moldeando 
nuestra existencia como parte de una especie. Estos campos son 
invisibles, como lo es la gravedad, pero pueden ser observados por sus 
efectos. Quizás una de la razones por las cuales  la teoría de Sheldrake
 no es considerada seriamente por la ciencia establecida, es debido a 
que no postula la acción de una fuerza física conocida –y la ciencia se 
ha esmerado en erradicar todo tipo de acciones misteriosas a distancia y
 de desacreditar el concepto del éter. Sin embargo, el hecho de que no 
podamos todavía explicar bien a bien cómo es que ocurre algo no 
necesariamente significa que ese algo no ocurre. Y aunque no podamos 
explicar cabalmente cómo es que estamos ligados a una conciencia 
colectiva, cómo es que en ocasiones podemos conectarnos con los 
pensamientos de los demás o cómo es que toda la información que genera 
nuestra especie  nos influye sin entrar en contacto directamente con 
nosotros, millones de personas en el mundo han experimentado esto, más 
allá de que la ciencia les diga que esto no es posible dentro de su 
modelo (dominante y excluyente) del mundo. 
Dejemos que el mismo Sheldrake explique:
La resonancia 
mórfica es un principio de memoria en la naturaleza. Todo lo similar 
dentro de un sistema autoorganizado será influido por todo lo que ha 
sucedido en el pasado, y todo lo que suceda en el futuro en un sistema 
similar será influido por lo que sucede en el presente. Es una memoria 
en la naturaleza basada en la similitud, y se aplica a átomos, 
moléculas, cristales, organismos vivos, animales, plantas, cerebros, 
sociedades y, también, planetas y galaxias. Así que es un principio de 
memoria y hábito en la naturaleza.
Curiosamente esta la intuición del poeta
 Octavio Paz, quien parece coincidir con Sheldrake: “Todo es 
presencia, todos los siglos son este Presente”, verso que hace algunos 
años fue inscrito en una moneda conmemorativa en México y que forma 
parte del poema “Fuente” incluido en La estación violenta. 
Sheldrake va más allá de Bergson, quien postuló que la memoria no estaba
 solamente en el cerebro, y sugiere que la naturaleza misma es memoria, 
que el espacio es una especie de inmensa biblioteca que transmite 
constantemente la información que almacena de manera no-local. Una 
fracción de segundo en realidad es un fractal de todos los siglos. Todo 
lo que pasó sigue pasando …  El ADN, más que el “libro de la vida”, es 
el sintonizador o decodificador de la memoria: el libro de la vida, está
 inscrito, en su totalidad, en cada cosa.
Esta interconexión a distancia entre los
 miembros de un grupo, de una especie, de un reino e incluso de un 
planeta, en diferentes niveles e intensidades, revela una nueva 
concepción ética que abarca todas las manifestaciones de la existencia:
Un aspecto 
importante de la resonancia mórfica es que estamos interconectados con 
otros miembros de un grupo social. Los grupos sociales también tienen 
campos mórficos, por ejemplo una parvada de aves, un cardúmen de peces o
 una colonia de hormigas. Los individuos dentro de un grupo social más 
grande y los mismos  grupos sociales más grandes tienen su propio campo 
mórfico, sus patrones de organización. Lo mismo aplica para los humanos.
Lo que haces, lo que
 dices y lo que piensas puede influir a otra persona por resonancia 
mórfica. Así que somos más responsables de nuestras acciones, palabras y
 pensamientos bajo este principio que lo seríamos de otra forma. No hay 
un filtro inmoral en la resonancia mórfica, lo que significa que debemos
 ser más cuidadosos de lo que estamos pensando si es que nos importa el 
efecto que tenemos en los demás.
 Nuestros
 pensamientos, dentro de la teoría de Sheldrake, literalmente 
constituyen una medio ambiente que permea el planeta y pueden en cierta 
forma contaminarlo o depurarlo; podemos, con una idea o un 
descubrimiento, detonar toda una ola de creatividad.  
Si alguien aprende una nueva habilidad, dijamos el windsurfing,
 entonces entre más personas  lo aprenden, lo más fácil que esta 
actividad se vuelve para todos los demás debido a la resonancia mórfica.
 Por otro lado, si enseñas a ratas en Los Angeles un truco nuevo, 
entonces las ratas en todo el mundo deberían de aprender este truco más 
rápido debido a que el primer grupo de ratas ya lo aprendió. 
La teoría de Shelrdake resuena con la 
selección natural de la evolución que economiza procesos con una 
sorprendente eficiencia para seguir avanzando en su complejidad.  Es 
decir, que un miembro de una especie solo pueda aprender una conducta o 
generar una nueva mutación a través de la transmisión genética vertical 
sería una pérdida de tiempo. En cambio la transmisión de una nueva 
habilidad de manera horizonal, a distancia y difundida entre todos los 
miembros de una especie a través de la resonancia mórfica muestra una 
mayor eficiencia, tiene sentido evolutivo y posibilita la aceleración de
 un proceso de adaptación.
Queda al lector formar su propia opinión
 y decidir si la teoría de la resonancia mórfica le resuena o es una 
versión más del pensamiento new age, que sin fundamentos en la realidad 
busca explicar y espiritualizar el universo como proyección de sus 
propias creencias. Personalemente me parece que el modelo de Sheldrake 
–siendo solo un modelo, una imagen que hace la mente del universo– es 
uno de los más coherentes que ha formulado el pensamiento contemporáneo 
para acercarse a entender la relación entre el hombre y la naturaleza, 
la mente y la materia,  Pero esto es sólo una opinión en base a la 
intuición y a la experiencia individual; quizás influida por que el 
modelo de Sheldrake resuena más con una concepción poética y espiritual 
del universo. Pero esto no debería de ser algo necesariamente 
desdeñable, ¿acaso no los físicos más reconocidos, incluyendo a 
Einstein, incluyeron la elegancia y la belleza de una teoría como una de
 las variables a considerarse dentro de la valía de una teoría 
científica? Siguiendo lo dicho por Sheldrake, de que las leyes físicas 
evolucionan, consideró que  posiblemente en este momento en la historia 
del pensamiento humano, la resonancia mórfica es una de las puntas de 
lanza para entender lo que nos sucede, uno de los modelos que mejor 
funcionan en un plano existencial –más allá del cánon científico– para 
observarnos en el espejo líquido de memoria atravesada, y seguir 
evolucionando hacia un nuevo entendimiento, en sintonía con el principio
 mutante del universo.
Citas de Rupert Sheldrake tomadas de Cross Road Times


 
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