Confirmando lo que dice Richard J. Roberts,
 premio Nobel de Medicina, el Dr. John Rengen Virapen ha sonado el 
silbato denunciando a la industria farmacéutica como una industria de la
 muerte lenta, bloqueando la cura de una enfermedad  y dando prevalencia
 a medicamentos cronificadores.
Rengen Virapen trabajó 35 años como 
ejecutivo de Eli Lilly & Company, una de las farmacéuticas más 
grandes del mundo, y durante ese tiempo él mismo se vio obligado a 
cometer prácticas ilegales que constituyen, como efectos secundarios, 
crímenes  contra la humanidad.
Rengen Virapen confiesa ser responsable 
de sobornar al gobierno sueco para obtener el registro de Prozac, el 
popular antidepresivo cuyos deletéreos efectos secundarios ha descrito 
en sus libros. Dice también que la industria farmacéutica es la más 
poderosa del mundo, “duerme en la misma cama que los gobiernos” y “mata a
 más personas que las guerras”.
John Rengen Virapen, al igual  Richard 
J. Roberts, ha escrito sobre cómo las grandes farmacéuticas bloquean la 
cura del cáncer para mantener su más grande negocio (el cáncer que es 
ciertamente curable).
Rengen Virapen asegura que el Big Pharma
 (o la farmafia) no está interesado en curar enfermedades sino en crear 
enfermedades, está interesado en tratamientos sintomáticos, “quieren 
pacientes que sean diabéticos, tengan problemas del corazón, Parkinson”,
 en suma, enfermedades que supongan una vida longeva, en lento 
deterioro, tomando fármacos —de la misma forma que los narcotraficantes 
quieren a sus adictos.
La colusión de las farmacéuticas con el establishment
 involucra también a los medios de comunicación, que son usados para 
implantar el estilo de vida de la farmacodependencia y dar a conocer la 
existencia de enfermedades como el síndrome de déficit de atención, que 
muchas veces son más productos de marketing que padecimientos reales o 
al menos son padecimientos que no necesariamente deben de ser 
bombardeados con poderosos psicoactivos.

 
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