“Las familias entierran a los recién nacidos apenas mueren y sin decirlo
 a nadie. Esto les produce una enorme vergüenza” Nadim Al Hadidi, médico
 del hospital de Faluya, explica por qué es imposible elaborar un censo de bebés con malformaciones congénitas en esta central ciudad irakí.
 Aquí son demasiados. “Tan solo en enero registramos 672 casos, pero 
sabemos que son muchos más”, dijo Hadidi, responsable de prensa del 
centro, apoyándose en una elocuente muestra de fotografías que exponía 
en un proyector.
Asimismo expresío que Faluya es hoy uno de los lugares del mundo 
donde más niños nacen sin cerebro, sin ojos o con los intestinos fuera 
de la cobertura abdominal. Esa imaginería del horror es ya seña de 
identidad local.
Mientras resulta difícil mantener la vista sobre las fotografías, la 
gente local asegura que señalarían a los responsables con los ojos 
cerrados.
“En 2004 los estadounidenses probaron todo tipo de sustancias 
químicas y explosivos: bombas termobáricas, fósforo blanco, uranio 
empobrecido… ¡Nosotros no hemos sido más que ratones de laboratorio!”, 
se quejó Hadidi a IPS tras apagar el proyector.
En los meses que siguieron a la invasión estadounidense de Irak, en 
marzo de 2003, las manifestaciones contra la ocupación y los desafíos a 
los toques de queda se encadenaban a diario en Faluya, esta ciudad de 
350.000 habitantes situada 65 kilómetros al oeste de Bagdad.
El 31 de marzo de 2004, dieron la vuelta al mundo las imágenes de los
 cuerpos mutilados de cuatro mercenarios de la empresa militar privada Blackwater –ahora rebautizada como Academi– colgando de un puente sobre el río Éufrates.
La población en su conjunto no tardó en pagar las consecuencias de 
esta acción, reivindicada por la red extremista islámica Al Qaeda. Así 
comenzó la Operación “Furia Fantasma”, la mayor batalla urbana desde la 
de Hue (Vietnam, 1968), según el Departamento de Defensa de Estados 
Unidos.
La primera ofensiva fue en abril de 2004, la peor, en noviembre de 
ese mismo año. Los violentos registros casa por casa dieron paso a 
intensos bombardeos nocturnos.
Los estadounidenses aseguraron que habían utilizado fósforo blanco 
“para iluminar objetivos durante la noche”, hasta que un grupo de 
periodistas italianos demostró que aquella no fue sino otra más de las 
armas prohibidas usadas contra la población civil.
Todavía se desconoce el número total de víctimas. Muchas de ellas no han nacido aún.
Abdulkadir Alrawi, médico en el mismo hospital de la ciudad, acaba de atender un nuevo y extraño caso.
“Esta niña ha nacido con el síndrome de Dandy Walker. Tiene 
el cerebro partido en dos y no creo que sobreviva. Se da un caso entre 
25.000″, explicó Alrawi a IPS, justo unos segundos antes de que la luz 
se cortara en todo el hospital.
“No contamos ni con las infraestructuras más básicas, ¿cómo quieren 
que atendamos una emergencia como ésta?”, se quejó este facultativo 
nacido en Bagdad.
Según un estudio publicado en julio de 2010 por la revista científica International Journal of Environmental Research and Public Health,
 con sede en Suiza, los aumentos de mortalidad infantil, cáncer, 
leucemia y de alteraciones en la proporción de los nacimientos por sexo 
en el nacimiento son significativamente mayores que los reportados de 
sobrevivientes de las bombas arrojadas en 1945 en Hiroshima y Nagasaki.
El estudio asegura que la leucemia en personas de hasta 35 años entre
 2005 y 2010 superó en 38 veces las tasas de países como Egipto y 
Jordania.
Samira Alaani, una de las médicas jefa del hospital, participó de un estudio realizado en Londres junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS),
 que halló elevadas cantidades de uranio y mercurio en la raíz del 
cabello de los afectados. Esa podría ser la evidencia que vincule el uso
 de armas prohibidas por el derecho internacional a la gran cantidad de 
enfermedades congénitas en Faluya.
Además del fósforo blanco, se señala el uranio empobrecido, un 
componente radioactivo que, según expertos militares, aumenta 
significativamente la capacidad de penetración de proyectiles y obuses. 
Se calcula que este metal pesado tiene una vida de 4.500 millones de 
años.
Varios organismos internacionales han exigido a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que investigue si ese componente fue utilizado en los bombardeos que se realizaron en 2011 en Libia.
Este mes, el Ministerio de Salud de Irak, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud
 (OMS), va a poner en marcha su primer estudio sobre malformaciones 
congénitas en las provincias de Bagdad (centro), Anbar (oeste), Di Car y
 Basora (sudeste) y Suleimaniya y Diyala (noreste).
Encerrados entre las fronteras con Irán y Kuwait, y con los pies 
hundidos en una de las mayores reservas de petróleo del mundo, los 
habitantes de Basora apenas han conocido otra cosa que la guerra en las 
últimas tres décadas, desde el conflicto con Irán (1980-1988), pasando 
por la primera Guerra del Golfo (1991) hasta la ocupación estadounidense
 (2003-2011).
Un estudio de la Universidad de Bagdad indicaba que los casos de 
malformaciones congénitas se habían multiplicado por 10 en Basora dos 
años antes de 2003. La tendencia está al alza, pero los responsables de 
salud siguen sin estar a la altura.
A pesar del imponente aspecto del nuevo hospital de Basora, 
financiado con fondos estadounidenses e impulsado en 2010 por Laura 
Bush, esposa del expresidente George W. Bush (2001-2009), las 
condiciones aquí no son mejores que en Faluya.
“El aparato de radioterapia pasó más de un año y medio almacenado en 
el puerto de Basora porque nadie se ponía de acuerdo sobre a quién 
correspondía pagar las tasas portuarias”, relató Laith Shakr al-Sailhi, 
director de la Organización de Niños con Cáncer de Irak.
“Nuestros hijos morían mientras esperaban un tratamiento que no llegaba”, dijo a IPS el también padre de un afectado.
“La lista de espera para recibir tratamiento en Bagdad es 
interminable y muchos se marchan al extranjero”, explicó este hombre en 
el barracón que sirve de sede de su asociación, justo al lado del 
hospital. Según él, la enfermedad de los niños a menudo trae también la 
ruina de las familias.
IPS

 
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